En varios países de habla hispana, tradicionalmente se identificaba como amolador o amoladora a alguien que se dedicaba a afilar cuchillos y otros objetos cortantes. En Argentina, sin embargo, es más comúnmente conocido como "el afilador", quien recorre las calles tocando una quena o flauta de plástico mientras va montado en una bicicleta especialmente adaptada. A través del mismo movimiento de pedaleo, logra que una piedra afiladora gire para cumplir su función. Este personaje forma parte de la rica cultura callejera argentina y es un recordatorio de tradiciones artesanales que perduran en el tiempo.
Los tipos más comunes de herramientas en la herrería son la amoladora de banco y la amoladora angular. Una de sus particularidades esenciales es que trabajan siempre por desgaste o desbaste, nunca por filo o dientes como las sierras.
En España y en varios países de Latinoamérica, también se le conoce a esta herramienta como esmeril o esmeriladora. Además, es frecuente que se confunda a la amoladora angular con una pulidora, pero eso es un error. Aunque son muy similares, son herramientas distintas y se utilizan para propósitos bastante diferentes.
Pero vayamos al punto de este artículo.
LA PALABRA MOLADORA NO EXISTE.
Se dice AMOLADORA.
Y los herreros decimos "LA MOLA" con cariño a nuestra compañera de trabajo.
Ellos ya forman parte de la Bolsa de Trabajo
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